
Nonna Giada no jugaba a ser bella, jugaba a ser ella. Creó alrededor de la arquitectura de su habitación matrimonial un pequeño tríptico de juego con su baño, su vestidor y su tocador. Tres escenarios que siempre fascinaron a su marido, porque Giada Maria Corsini fue una mujer que eternamente se entrenó en el juego de la libertad, con espíritu deportivo, muy chic y un poco irracional.
El baño de Nonna Giada era un lugar con mucha información vertical y una gran bañera horizontal. De las paredes colgaban muchas cosas: unas largas, otras cortas, unas horribles, otras preciosas. Pero todas tenían en común una cosa: eran herramientas, como si cada una fuera una posibilidad de ser. Tenía abanicos que usaba solo allí, una colección de coleteros que parecían arañas, perfumes de Europa, turbantes, pañuelos, hasta más de veinte gafas de ver, todas graduadas de una leve miopía.
Nonna Giada se bañaba con agua muy caliente y solo estaba a gusto cuando el espejo se empañaba. La frente se le rociaba y, ahí, empezaba a sudar. Cogía un abanico, se ventaba y reía. No fumaba, pero sudar en la bañera y ventarse era su vicio más personal. Era su forma de recordarse que las cosas podían ser coherentes e importarle, pero también podían darle completamente igual.
Su tocador era un altar y su pelo, un secreto. Decía que hairstyle siempre había querido decir her style. “El pelo es solo una excusa para tener un modo concreto desde el que pensar”, decía. Nonna Giada no creía en los cánones de belleza; creía en el juego de la belleza, con la suerte de que, si eres mujer, el juego te da para jugar mucho más.
Tenía poco más de treinta años y se hacía dos moños, porque aseguraba que una mujer debía tener siempre, al menos, dos ideas contradictorias al mismo tiempo. Y en la playa siempre iba con un turbante en el pelo, decía que un guiño de elegancia en la arena siempre era esencial. No por vanidad, sino por respeto al mar, que, decía, era el único amante que nunca la decepcionó. “El viento”, reía, “es el peor peluquero, pero siempre te asegura que parezca que vienes de darte un buen revolcón.”
*En inglés, “hairstyle” significa “peinado”, pero Nonna Giada, fiel a su manera de pensar, siempre lo oyó como “her style”, que suena casi igual y significa “el estilo de la mujer”.
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